Cuando comenzaron a difundirse los nuevos conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro, las organizaciones de avanzada, en contacto con centros de investigación especializados, comenzaron a aplicarlos a sus actividades de conducción y gestión.
Ello trazó una frontera definitiva entre el territorio de lo tradicional: management, liderazgo, coaching, y lo avanzado: neuromanagement, neuroliderazgo, neurocoaching.
Esta innovación fue beneficiada por la acción de varios gobiernos, que comenzaron a destinarle sumas muy importantes a investigaciones que iban más allá de los temas estrictamente médicos, como develar los misterios del cerebro y dibujar su mapa completo (caso de los Estados Unidos, la Unión Europea y algunos países orientales).
Varias instituciones especializadas –como centros académicos y universidades de prestigio- comenzaron a trabajar en algunos emprendimientos con objetivos de gran valor para las empresas, que contribuyeron con el aporte de capital financiero y humano.
Así, uniendo estos esfuerzos a los nuestros, esto es, al de quienes llevamos años de trabajo para mejorar las actividades de conducción y gestión organizacional, se fue configurando un escenario que generó un verdadero cambio de paradigmas.
Aplicaciones
Las ciencias organizacionales operan hoy sobre múltiples aplicaciones de las neurociencias, aunque casi en todas hay un denominador común: la decisión de implementar herramientas que optimicen el funcionamiento de los procesos ejecutivos del cerebro (en el marco de la neurociencia cognitiva), la comunicación, el aprendizaje y el buen clima laboral (en el marco de las neurociencias conductual, social y afectiva).
Si tenemos en cuenta que liderar implica no sólo la conducción de equipos de trabajo, sino también, y fundamentalmente, la capacidad de procesar eficazmente gran cantidad de información para la toma de decisiones, es necesario contar con cerebros que se destaquen en el desempeño de sus funciones ejecutivas y emocionales.
A saber:
- Las funciones ejecutivas del cerebro actúan como sustento del intelecto y también de la personalidad, la sensibilidad, la conducta social y la empatía. En el cerebro de un ejecutivo, un CEO o una secretaria de alto nivel (por dar sólo algunos ejemplos) deben funcionar en óptima las capacidades de concentración, atención, memoria y flexibilidad cognitiva de las que dependen estas funciones.
- El autoliderazgo emocional es una cualidad imprescindible. Su ausencia puede afectar no sólo el desempeño de las funciones ejecutivas, sino también el rendimiento de los equipos de trabajo, cuyos integrantes deben ser seducidos y motivados por sus líderes.
En este marco se erige el neurocoaching como una de las herramientas más avanzadas y, al mismo tiempo, más efectivas, para desarrollar la agilidad mental que se necesita, superar el estrés, mejorar las habilidades de comunicación, las relaciones interpersonales y, fundamentalmente, sentirse bien con uno mismo y con los demás.
Asimismo, y dado que en este siglo, más que en cualquier otro, la mujer comenzó a exhibir y demostrar sus capacidades diferenciales, convirtiéndose en una protagonista destacada, uno de los grandes temas de investigación (cuyos resultados ya se están aplicando) tiene que ver con los aspectos morfológicos que diferencian al cerebro femenino del masculino influyendo en el procesamiento de la información, la toma de decisiones, el tipo de liderazgo y la conducta.
Otro aspecto muy interesante a considerar es la evolución y aplicaciones de la física cuántica. Finalmente, el cerebro es un campo cuántico y nosotros, como personas, somos más energía que materia, de hecho, nuestra propia fisiología no tiene más que el 0,00001 % de materia, el resto, el 9,999999 % es vacío energético.
Dado que el pensamiento es energía, influye en otros campos. Por ejemplo, los sentimientos y las emociones atraen o impulsan pensamientos. En forma combinada, constituyen una fuerza importante que genera, conduce y orienta tanto la toma de decisiones como la conducta y el tipo de relacionamiento con uno mismo y con los demás.
En definitiva, si hacemos un intento por escudriñar el futuro, lo que se avizora es apasionante y debemos estar preparados para ello.